Se generó las polémicas más encendidas ya que no se sabia quien lo había inventado si Leibniz o Newton al principio en ninguno de
los dos sabios salió bien parado. Vista desde el momento actual, la
disputa por la primacía en el descubrimiento del cálculo
infinitesimal no debió haber existido pues, examinando los progresos
de las matemáticas a lo largo del siglo XVII, hay que admitir que la
integración y resolución de problemas infinitesimales estaba
en el aire y pudo haber germinado perfectamente la misma
intuición en dos mentes especialmente dotadas.
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